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Vida Catòlica agosto 18, 2024

Santa Elena: La Antorcha Resplandeciente que Encontró la Santa Cruz

El nombre «Elena» significa «antorcha resplandeciente», un título que refleja perfectamente la vida y legado de Santa Elena, la madre del emperador Constantino. Nacida en el siglo III, Santa Elena se ha hecho célebre no solo por su influencia en el ámbito político y religioso de su tiempo, sino por su fervor cristiano y su papel crucial en la historia del cristianismo.

Santa Elena es recordada principalmente por dos grandes contribuciones: haber sido la madre del emperador Constantino, quien en el año 313 emitió el Edicto de Milán, otorgando libertad religiosa a los cristianos después de tres siglos de crueles persecuciones, y por haber encontrado la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén.

A pesar de su posición como madre del emperador, Santa Elena llevó una vida marcada por la humildad y la devoción. Convertida al cristianismo en su adultez, Elena fue una mujer de profunda fe y caridad, dedicada a obras de misericordia, construyendo iglesias y ayudando a los pobres.

Su búsqueda de la Santa Cruz, un viaje que realizó en el año 326, es uno de los episodios más significativos de su vida. Guiada por su fe y por la determinación de encontrar el madero sagrado donde Cristo fue crucificado, Santa Elena viajó a Jerusalén. Tras una ardua búsqueda, que incluyó la demolición de un templo pagano que se había erigido en el lugar del Calvario, Elena finalmente encontró tres cruces. Para identificar cuál era la Cruz de Cristo, la historia cuenta que una mujer gravemente enferma fue llevada al lugar, y al tocar la verdadera Cruz, quedó milagrosamente curada. Así, Elena reconoció la Santa Cruz.

Este hallazgo tuvo un impacto enorme en la fe cristiana, fortaleciendo la devoción a la Pasión de Cristo y llevando a la construcción de la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, una obra que Santa Elena supervisó personalmente. La Santa Cruz se convirtió en una de las reliquias más veneradas de la cristiandad, un símbolo de esperanza y redención para los fieles.

Santa Elena murió alrededor del año 330, pero su legado perdura hasta hoy. Es venerada como una santa en la Iglesia Católica y Ortodoxa, y su vida es un testimonio del poder transformador de la fe. Como «antorcha resplandeciente», Santa Elena ilumina con su ejemplo el camino de la fe, la devoción y la búsqueda de la verdad en el corazón del cristianismo.

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