San Gerásimo tenía un león como mascota, que hizo este emotivo gesto ante su tumba
El 5 de marzo es un día especial en la liturgia católica, ya que se celebra la memoria de San Gerásimo, un ermitaño y santo cuya vida está llena de fascinantes historias y milagros, incluyendo su conexión con un león que lo acompañó hasta la muerte.
Según relatos antiguos y venerables tradiciones, San Gerásimo nació en Licia, en el sur de la actual Turquía. Inicialmente, se adhirió a la herejía del eutiquianismo, que negaba la naturaleza humana de Cristo. Sin embargo, gracias a la intervención de San Eutimio, abandonó esas creencias erróneas y se dedicó por completo a una vida de penitencia y oración en el desierto.
El santo fundó una laura (centro de vida monástica) cerca del río Jordán, donde vivía en comunidad con otros monjes. Se destacaba por su austeridad y su ferviente devoción, atrayendo a numerosos seguidores que buscaban imitar su estilo de vida ascético y piadoso.
Una de las historias más conocidas sobre San Gerásimo es su vínculo con un león. Se cuenta que un día, mientras el santo se encontraba a orillas del río Jordán, encontró a un león cojeando debido a una espina clavada en su pata. Con compasión, San Gerásimo extrajo la espina y curó al león, quien desde entonces se convirtió en su compañero fiel.
El león se encargaba de cuidar al burro de los monjes mientras pastaba, pero un día, cuando el burro fue robado, San Gerásimo, pensando que el león se lo había comido, le ordenó que asumiera las tareas del burro. Sin embargo, cuando los ladrones fueron ahuyentados y el burro regresó, el león lo escoltó de vuelta al monasterio, demostrando así su lealtad y nobleza.
La historia más conmovedora llega con la muerte de San Gerásimo. Cuando falleció en el año 475, el león, afligido por la pérdida de su amigo, se negó a abandonar su tumba. Permaneció junto a ella, golpeando su cabeza contra la tierra y emitiendo rugidos de dolor. Finalmente, el león también murió junto a la tumba de San Gerásimo, demostrando así la profunda conexión y amistad que los unía.
Aunque la laura de San Gerásimo fue destruida en el siglo XIII, su legado perdura hasta nuestros días. En la zona donde solía vivir, ahora se encuentra el Monasterio de San Gerásimo, donde se pueden contemplar estatuas de leones en honor al valiente y piadoso ermitaño. Además, se cree que una cueva cercana al monasterio fue el refugio de la Sagrada Familia durante su huida a Egipto, lo que añade aún más significado espiritual a este lugar sagrado.
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