La importancia de la gratitud en el servicio
Recientemente asistí a un seminario sobre la vida religiosa en tiempos de crisis, que prometía inspirar y revitalizar mi vocación. Sin embargo, me sorprendió que la mayoría de los participantes, tanto hombres como mujeres de fe, se centraban en quejas y frustraciones. Hablaban de los desafíos de vivir la castidad, el abuso de poder dentro de la Iglesia y las dificultades de la pobreza religiosa.
Esto me llevó a reflexionar sobre cómo a menudo olvidamos la gratitud por nuestro llamado a seguir a Jesús y servir a los demás en Su nombre. Es cierto que hay retos y momentos de injusticia en nuestra vida y misión, pero centrarse en las quejas puede hacernos perder de vista el inmenso privilegio que significa ser parte de la obra de salvación.
Primero, recordemos que el deseo de conocer y servir a Dios es un regalo de Su amor. Jesucristo, a través de Su sacrificio, nos ofrece la posibilidad de tener una relación íntima con Dios. En Isaías 53:10-11, se nos recuerda que fue a través del sufrimiento de Cristo que se nos abrió el camino a la salvación. No podemos verdaderamente desear servir a Dios si no reconocemos el amor que nos ha sido dado a través de Su cruz.
Además, las gracias que necesitamos para cumplir nuestra misión provienen de ese mismo sacrificio. Jesús, el sumo sacerdote, se solidariza con nuestra debilidad y nos invita a acercarnos a Él en busca de ayuda. En Hebreos 4:14-16, se nos anima a acercarnos al trono de la gracia para recibir el apoyo que necesitamos en nuestras luchas. Sin esta gracia, nuestro servicio carece de verdadero amor.
Dado que todo en nuestro llamado es un don, ¿no deberíamos esforzarnos por servir con gratitud, incluso cuando enfrentamos dificultades? Nadie tiene el derecho inherente a servir a Dios; más bien, deberíamos estar agradecidos por la oportunidad de hacerlo. Cuando comprendemos que nuestro servicio es una expresión del amor de Dios, nuestras quejas se transforman en agradecimiento.
Los discípulos de Jesús, como se ve en Marcos 10:35-45, a menudo mostraban signos de ingratitud al enfocarse en el poder y la gloria. Su petición de ocupar lugares privilegiados en el reino revela una falta de comprensión sobre la naturaleza del servicio en el cristianismo. En contraste, Jesús nos enseña que el verdadero liderazgo se basa en el servicio desinteresado.
Además, la rivalidad y la competencia que mostraron los discípulos evidencian su falta de gratitud. En lugar de apoyarse mutuamente en su misión, se dejaron llevar por la competencia, olvidando que su verdadero objetivo era servir a Dios y a los demás. Los siervos agradecidos no se enredan en rivalidades, sino que buscan edificar el Reino con amor y apoyo mutuo.
Otro aspecto de esta ingratitud es la tendencia a adoptar actitudes mundanas. En lugar de imitar a Jesús, quien vino a servir y a dar Su vida, los discípulos querían ejercer autoridad de manera opresiva. Los verdaderos siervos de Dios, sin embargo, trabajan con un espíritu de gratitud, sin importar las opiniones de los demás, y se dedican a la salvación de las almas.
Finalmente, la falta de un espíritu sacrificado entre los discípulos refleja su ingratitud. Buscaban la gloria sin estar dispuestos a asumir la cruz. Los siervos agradecidos, en cambio, aceptan los desafíos y sufrimientos como parte del llamado a seguir a Cristo.
Hermanos y hermanas, muchas vocaciones se pierden hoy porque muchos sienten que no son dignos de servir. Esta falta de gratitud por el llamado divino nos roba la alegría y el fervor de nuestro servicio. Recordemos que el llamado de Dios y Su gracia son regalos que debemos recibir con humildad.
En tiempos difíciles, siempre podemos renovar nuestra gratitud. Primero, miremos a la cruz y agradezcamos a Jesús por el deseo y la fuerza para servir a los demás. Oremos por la gracia de ser siempre fieles. En segundo lugar, aprendamos de la Virgen María, quien, con un corazón lleno de gratitud, sirvió a Dios con alegría y confianza. Su Magníficat es un hermoso recordatorio de la gratitud que debemos cultivar.
Cuando nuestros corazones están llenos de agradecimiento, podemos servir a Jesús con fidelidad, sin importar los obstáculos que enfrentemos.
¡Gloria a Dios! ¡Honor a María!
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