Skip to main content
Vida Catòlica enero 30, 2025

Escucha el estímulo del Espíritu Santo

¿Sabes cómo discernir el estímulo del Espíritu Santo? ¿A veces el miedo te impide acercarte a personas que sabes que el Señor quiere que acerques? La vida de discipulado es un llamado constante a entrar en lugares incómodos para ayudar a Cristo a rescatar almas de la oscuridad. Él usa a cada uno de nosotros en Su gran plan para la salvación de las almas. Nuestro papel es permitirle trabajar a través de nosotros y confiar en que Él nos brindará las gracias que necesitamos para ser valientes y audaces cuando surja un momento de necesidad.

Cada día nos encontramos con muchas personas diferentes. Estas son las personas que el Señor pone en nuestro camino para Sus propósitos. Hay momentos en los que Él quiere que nos encontremos con otra persona en su necesidad para arrojar luz en algún área de su vida. La primera señal de un estímulo del Espíritu Santo puede ser algo tan simple como que nos fijamos en una persona. Vemos que algo está sucediendo con ella y comenzamos a prestarle atención. El Espíritu Santo ha vuelto Su mirada hacia ella a través de nosotros, y Él quiere que veamos realmente a esa persona. Es a partir de esta conciencia que el Espíritu Santo nos guiará en cuanto a cómo debemos interactuar con ellos.

Una vez que el Espíritu Santo nos ha hecho conscientes de esta persona y tenemos la sensación de que se supone que debemos acercarnos a ella, debemos luchar contra la tendencia a desestimarla o alejarnos por miedo. En lugar de eso, debemos estar más en sintonía con la obra del Espíritu Santo y entregarle ese momento y encuentro. Debemos pedir el coraje para hacer lo que sea necesario.

Un ejemplo que me viene a la mente es un encuentro que mi esposo tuvo recientemente en un restaurante local. Mientras pensaba dónde parar a desayunar esa mañana, seguía encontrando excusas para no pasar por un rápido autoservicio como normalmente lo haría cuando tenía prisa. Decidió sentarse en un restaurante cercano. Al sentarse, notó a un señor mayor sentado al final del mostrador.

Ese fue el momento en que el Espíritu Santo le mostró a mi esposo este hombre. Fue la señal de que era hora de prestarle atención. Mi esposo notó que el hombre parecía muy agobiado y encorvado sobre su desayuno. Esta observación permitió que el Espíritu Santo lo impulsara a profundizar más en la situación. Al principio, mi esposo no dijo nada, pero seguía teniendo la sensación interior de que debía decirle algo a este caballero.

Este es el momento en el que debemos apoyarnos en la fortaleza y la confianza en el Señor. No es fácil acercarse a extraños, pero tenemos que recordar que no se trata de nosotros. Se trata de cómo el Señor quiere llegar a otra persona. En el momento en que lo hacemos sobre nosotros, hemos pasado de servir al Señor al egoísmo. El Señor proveerá todo lo que necesitamos en una situación dada si nos apoyamos en Él. Esta no era la primera vez que esto le pasaba a mi esposo, o a mí, así que él sabía lo que estaba sucediendo.

Mi esposo se volvió hacia el hombre y le preguntó cómo estaba. El caballero respondió que estaba frustrado con su camioneta porque el clima frío estaba causando problemas. Mi esposo dijo que entendía. La conversación se apagó rápidamente. Este es el momento en el que la unión en oración con el Espíritu Santo importaba más. Como mi esposo estaba abierto al Espíritu Santo, sabía que el problema del camión no era realmente lo que estaba sucediendo. Así que, con delicadeza, le dijo al caballero que parecía que algo más lo agobiaba.

Este conocimiento resultó ser guiado por el Espíritu. El caballero respondió que tenía razón. Su hija había muerto la noche anterior debido a una batalla contra el cáncer. Su esposa había muerto unos meses antes. Mi esposo pudo ofrecer sus condolencias, pero también ir más allá, guiado por el Espíritu. El caballero se levantó para irse y mi esposo se volvió hacia él y le dijo: “Dios te ve. Quiere que sepas que te ve”. Mi esposo tomó su nombre y le dijo que estaría orando por él.

Este caballero estaba sumido en el dolor. El Señor simplemente quería que supiera que Él está con él en su dolor. Eso era todo lo que este caballero estaba dispuesto a hacer en esa nueva agonía. Mi esposo simplemente le extendió esa palabra. Nos interponemos en el camino de la obra del Espíritu Santo cuando analizamos demasiado una situación, nos dejamos llevar por el miedo o nos imponemos. Simplemente estamos destinados a dar lo que el Señor pide, nada más y nada menos.

Hay personas hoy, y todos los días, que necesitan que cada uno de nosotros viva una vida en sintonía con el Espíritu Santo. Esto comienza viviendo una vida de oración ferviente y dedicada. Esta oración nos da la apertura a Su obra en las vidas de quienes nos rodean. También nos da la fuerza para confiar en que Él nos dará la fortaleza que necesitamos para entrar en situaciones difíciles e incómodas. Él está en control.

La oración también nos da la humildad para aceptar momentos de discernimiento erróneo. ¡Esto también sucede! Esto es parte de la vida espiritual y no debe desanimarnos ni hacer que nos rindamos. Pase lo que pase, debemos seguir intentando llegar a los demás, para que el Consolador pueda proporcionar ungüento para sus heridas y guiar las almas de regreso a Él.

¡Qué tremendo regalo hemos recibido como Sus discípulos para ir a los lugares rotos en las vidas de las personas para arrojar la luz de Cristo! Simplemente necesitamos abrir nuestros corazones a la obra del Espíritu Santo, y Él hará el resto. Esté atento a las almas a las que Cristo quiere llegar a través de usted.

Despliegue las velas y deje que Dios nos guíe hacia donde Él quiera. –San Beda el Venerable

Si te gustó, por favor comparte!

Secciones

Más Leídos

San Cirilo, Monje y San Metodio, Obispo (Memoria)


Génesis 3:1-8

1La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios...


Salmo 32:1-2, 5-7

1De David. Poema. ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto...


Marcos 7:31-37

31Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar...

Leer todas las lecturas