Así es como San Lorenzo de Brindis ganó batallas sin que lo mataran las balas que le caían
Hoy, en el 21 de julio, honramos la memoria de San Lorenzo de Brindis, un insigne Doctor de la Iglesia que lideró valientes enfrentamientos contra los turcos y salió indemne de las balas que le acechaban. ¿Cuál era su secreto protector? Aquí te lo desvelamos.
El fraile capuchino San Lorenzo, nacido en Brindis, Italia, en 1559 y fallecido en Lisboa, Portugal, donde próximamente se llevará a cabo la Jornada Mundial de la Juventud en 2023. Era un políglota que conocía la Biblia de memoria.
En cierta etapa de su vida, ejerció como capellán de la armada imperial. En aquel tiempo, los turcos habían conquistado gran parte de Hungría y buscaban someter toda Europa cristiana al dominio musulmán.
Los invasores contaban con un ejército formidable de 80 mil hombres, completamente armados, mientras que los occidentales apenas sumaban 18 mil.
Al llegar al campamento militar, San Lorenzo fue recibido con silbidos, burlas y desprecio. Pero el fraile no se acobardó; en cambio, pronunció discursos para inspirar a las tropas.
El libro «San Lorenzo de Brindis, luchador contra los turcos» del sacerdote agustino recoleto Ángel Peña, contiene numerosos testimonios de quienes estuvieron presentes en el campo de batalla y de aquellos que vivieron en esa época.
Se cuenta que el santo llevaba solo su hábito y portaba una cruz de madera en mano durante la contienda, bendiciendo a todos. Además, montaba a caballo sin tener experiencia previa en la equitación. Alentaba a las tropas gritando: «¡Señores, adelante, adelante, este es mi lugar, victoria, victoria!».
A pesar de los intentos de los turcos por matar al sacerdote, no lograban derrotarlo. El padre capuchino, P. Ángel de Monte Herculano, relató que «muchas saetas y balas enemigas no lo herían y caían a tierra; algunas incluso rozaban su ropa sin causarle daño».
El capuchino P. Gaspar de Gasparotti aseguró que el P. Juan Bautista de Mantua, compañero del santo en Hungría, afirmaba que «con la señal de la cruz, el padre Lorenzo hacía regresar las balas de la artillería turca, de modo que estas regresaban contra ellos o caían alrededor de los cristianos sin hacer daño a nadie».
Felipe Bevilacqua, un oficial en las tropas imperiales, contó que los turcos posicionaron 14 piezas de artillería para disparar contra su escuadrón. Cuando los enemigos encendían las mechas para disparar, San Lorenzo respondía con la señal de la cruz, y aunque las balas alcanzaban al grupo, nadie moría.
En el Santoral Franciscano se recoge el testimonio de Jerónimo Dentico, consejero imperial de guerra, quien afirmó que la victoria se debía a las oraciones de las personas piadosas «y a las de este buen padre siervo de Dios que está con nosotros, como ya lo dice todo este ejército, incluidos los herejes más prominentes».
Finalmente, los cristianos prevalecieron, y los turcos huyeron. Cuando los enemigos intentaron vengarse días después, también fueron derrotados. Todo el ejército atribuyó la victoria al santo Doctor de la Iglesia, y varios herejes se convirtieron al catolicismo.
En una ocasión, San Lorenzo reflexionó sobre este prodigio y dijo: «Verdaderamente, Dios nuestro Señor ha realizado cosas tan maravillosas que podrían compararse con las maravillas que se narran en las Escrituras».
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