Papa Francisco: El bien, aunque esté escondido, crece sin hacer ruido
En su mensaje navideño a los empleados del Vaticano, el Papa Francisco destacó que el bien crece de manera silenciosa, se multiplica de forma inesperada y difunde la fragancia de la alegría.
En la mañana de hoy, en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Padre Francisco se encontró con los trabajadores de la Santa Sede y del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, junto con sus respectivas familias, para compartir sus felicitaciones navideñas.
En este cálido y tradicional encuentro, el Papa Francisco subrayó que el «estilo de Dios» no es «majestuoso ni estruendoso», sino más bien «el estilo de la discreción y la humildad».
Para el Santo Padre, este estilo revela «la característica mansa de Dios, que no viene a nosotros para asustarnos con su grandeza ni para imponerse con su magnificencia, sino que se hace presente de la manera más común, convirtiéndose en uno de nosotros».
» Dios se oculta en la pequeñez de un Niño que nace, en una pareja -María y José- que no es el centro de atención, en la pobreza de un establo porque no había lugar para ellos en la posada», agregó a continuación.
En esta línea, reafirmó que «Él es el Dios de los pequeños, el Dios de los últimos, y con Él, todos aprendemos el camino para entrar en el Reino de Dios: no una religiosidad aparente y artificial, sino volverse pequeños como niños».
El Papa Francisco se dirigió a los empleados del Vaticano para expresar su agradecimiento por su labor, que realizan principalmente «en el secreto diario, llevando a cabo a menudo cosas que pueden parecer insignificantes y que, en cambio, contribuyen a brindar un servicio a la Iglesia y a la sociedad».
Más tarde, enfatizó la importancia de dar «testimonio cristiano» con la misma sencillez de Jesús y afirmó que «el bien, aunque esté oculto e invisible, crece sin hacer ruido».
«El bien crece sin hacer ruido, se multiplica inesperadamente y difunde la fragancia de la alegría. No lo olviden: el bien crece sin hacer ruido y proporciona esa paz, esa alegría al corazón, que es tan hermosa», destacó.
El Papa Francisco lamentó que vivamos en la época del «maquillaje» y que incluso muchas veces se «maquille el alma». Por ello, recordó que «en la familia no cuentan las apariencias ni las máscaras; en la familia se sabe todo, o en todo caso, duran poco», y pidió que no falte el amor, la ternura y la compasión mutua.
Afirmó además que «el amor no hace ruido», algo que «vivimos en lo oculto y en la pequeñez de los gestos cotidianos, en la atención que sabemos intercambiar».
«Esto es lo que les deseo: que estén atentos, en sus casas y en sus familias, a las pequeñas cosas de cada día, a los pequeños gestos de gratitud, a la consideración del cuidado».
Por último, invitó a contemplar el pesebre e imitar «la atención y la ternura de María y José por el Niño que nace».
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