S. FÉLIX DE NICOSIA

San Félix de Nicosia, también conocido como Félix de Cantalice, fue un fraile capuchino que vivió en la primera mitad del siglo XVIII. Nació el 5 de noviembre de 1715 en Cantalice, Italia, y murió el 31 de mayo de 1787 en Nicosia, Sicilia.

Félix de Nicosia es reconocido por su humildad, su amor a Dios y su servicio desinteresado a los demás. A pesar de ser analfabeta, su sabiduría espiritual y su testimonio de vida lo convirtieron en un ejemplo para todos.

En el convento donde vivía, Félix desempeñaba diversas tareas humildes, como portero, zapatero y enfermero. Aunque sus ocupaciones parecían simples, las realizaba con amor y dedicación, considerándolas una forma de servir a Dios y a sus hermanos.

Félix también se dedicaba a enseñar catecismo a los niños de la localidad, transmitiéndoles los fundamentos de la fe católica y compartiendo con ellos su amor por Dios. Para todos aquellos que se acercaban a él, tenía siempre una palabra amable y de aliento.

Falleció el 31 de mayo de 1787 en Nicosia, donde había sido enviado en misión. Durante su vida, fue testigo de la transformación espiritual de muchas personas que encontraron en su humildad y su bondad un reflejo del amor de Dios.

San Félix de Nicosia fue canonizado el 23 de octubre de 2005 por el Papa Benedicto XVI. Es considerado el patrono de los porteros y de aquellos que realizan tareas humildes y sencillas con amor y devoción.

Su vida nos enseña la importancia de la humildad, el servicio desinteresado y la alegría en las tareas más simples. A pesar de su falta de educación formal, su vida de fe y su testimonio de amor a Dios continúan inspirando a muchas personas hasta el día de hoy.