S. AGUSTÍN, ARZOBISPO DE CANTERBURY

San Agustín de Canterbury, también conocido como San Agustín de Kent, fue un sacerdote benedictino y misionero que desempeñó un papel fundamental en la cristianización de Inglaterra en el siglo VI. Nació alrededor del año 550 en Roma, Italia, y murió el 26 de mayo de 604 en Canterbury, Inglaterra.

En el año 597, el Papa Gregorio I el Grande envió a San Agustín junto con un grupo de monjes a Inglaterra con el objetivo de evangelizar a los anglosajones, que en ese momento eran predominantemente paganos. El rey Etelberto de Kent, quien había contraído matrimonio con una princesa cristiana franca, les dio la bienvenida y permitió que predicaran el cristianismo en su reino.

San Agustín estableció su sede en Canterbury y se convirtió en el primer arzobispo de Canterbury. Trabajó incansablemente para convertir a los anglosajones al cristianismo y establecer la Iglesia en Inglaterra. Fue conocido por su diligencia, su humildad y su capacidad para ganarse el respeto y la confianza de los líderes políticos y religiosos de la época.

Bajo el liderazgo de San Agustín, se construyeron iglesias y monasterios, se establecieron diócesis y se formaron clérigos nativos. Su labor misionera fue exitosa, y muchas personas se convirtieron al cristianismo. Además, se le atribuye la reconciliación de las diferentes tradiciones cristianas que existían en las islas británicas en ese momento.

San Agustín también trabajó para fortalecer la relación entre la Iglesia en Inglaterra y el papado en Roma. Mantuvo una correspondencia frecuente con el Papa Gregorio I y recibió instrucciones y orientación de él en asuntos eclesiásticos.

Después de una vida dedicada al servicio de Dios y la evangelización, San Agustín falleció el 26 de mayo de 604 en Canterbury. Fue reconocido como santo por su contribución a la propagación del cristianismo en Inglaterra. Su legado perdura hasta el día de hoy, y es considerado uno de los padres fundadores de la Iglesia en Inglaterra.