El domingo que sigue a la Navidad nos lleva a la intimidad de aquella santa familia en que se desarrolló el Hijo de Dios hecho hombre; es una fiesta de reciente creación que tiene como finalidad evocar las virtudes domésticas que reinaban en el hogar de Jesús. Se proponen tres Evangelios, según los tres ciclos de lecturas, con otros tantos momentos en que aparece la Sagrada Familia, ya sea padeciendo el exilio en Egipto (A), en la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén (B), y en el episodio de Jesús perdido y encontrado en el mismo lugar santo (C).

Hoy se celebra la fiesta de la Sagrada Familia y la Iglesia nos invita a mirar a José, María y al Niño Jesús, quienes desde un principio tuvieron que enfrentar peligros y el exilio a Egipto, pero demostrando que siempre el amor puede más que la muerte. Ellos son reflejo de la Trinidad y modelo de toda familia.

La fiesta de la Sagrada Familia, que se celebra dentro de la Octava de Navidad, es una celebración que motiva a profundizar en el amor familiar, examinar la propia situación del hogar y buscar soluciones que ayuden al papá, la mamá y los hijos a ser cada vez más como la Familia de Nazaret.

La vida familiar no puede reducirse a los problemas de pareja, dejando de lado los valores trascendentes, ya que la familia es signo del diálogo Dios – hombre. Padres e hijos deben estar abiertos a la Palabra y a la escucha, sin olvidar la importancia de la oración familiar que une con fuerza a los integrantes de la familia.

San Juan Pablo II recomendaba mucho el rezo del Santo Rosario dentro de las familias y tenía muy presente aquella frase que dice: “la familia que reza unida, permanece unida”.