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Noticias enero 18, 2023

Hermana André, de 118 años, ya está en la Casa del Padre

La decana de la humanidad, la hermana francesa André, falleció el martes 17 de enero a la edad de 118 años, tras una apasionante vida marcada por su bautismo católico y la constante preocupación por el servicio a los demás.

Sor André, decana de la humanidad, falleció pocos días antes de cumplir 119 años. Lucile Randon, su nombre en el registro civil, murió la noche del lunes al martes, anunció el hogar de ancianos Sainte-Catherine-Labouré en Toulon donde vivía.

Durante varios años, la monja, nacida el 11 de febrero de 1904 en Alès (Gard), no ocultó cierto cansancio frente a su longevidad, aunque bromeaba alegremente sobre el historial de Jeanne Calment, fallecida a los 122 años en 1997. Pero «El buen Dios no me escucha», había lanzado en enero de 2022 durante una entrevista, como para testimoniar su ardiente deseo de estar cara a cara con Aquel a quien había dedicado su vida.

Ciega, en silla de ruedas, sor André lamentó tener menos movilidad y haber perdido parte de sus capacidades, ella que había pasado su vida al servicio de los demás.
Proveniente de una familia protestante no practicante, sor André, escrito en masculino en homenaje a uno de sus tres hermanos, había pedido el bautismo católico a la edad de 26 años. Después de un trabajo como institutriz en París, ingresó a las Hijas de la Caridad a la edad de 40 años.

¿Su secreto para la longevidad? Fe
Con la memoria intacta hasta el final, compartió muchos recuerdos, la dramática pérdida de su gemela Lydie a los 18 meses, su llegada a París, la comunión solemne de sus alumnos o los huérfanos que cuidó en el hospital de Gingham.

Oficialmente, la hermana André dejó de trabajar a finales de la década de 1970. En realidad, pasó treinta años en un asilo en Saboya, donde atendió a residentes a veces más jóvenes que ella. Admitió haber disminuido el ritmo hacia su 108 cumpleaños… En su casa de retiro en Toulon, siempre aparecía con su ropa de monja y un pañuelo azul en el pelo. Su vida estuvo marcada por la Misa diaria, todas las mañanas. Siempre le gustó probar un chocolate y beber una copa de oporto.

Sobre su secreto de longevidad, la hermana André respondió con humor: «¡Dios mío, es el buen Dios quien lo sabe! Pero como lo demuestra su vocación y las palabras de quienes lo rodeaban, era sobre todo su fe y su sentido de los demás lo que explicaba su vitalidad. Al youtuber TiboInshape que hace unos meses le preguntó si a veces se aburría, la hermana André respondió mirádole a los ojos: “¡Nunca me aburro porque rezo en el tiempo que tengo libre!» ¿Y por quién estaba orando? «Para todos y especialmente para los desafortunados, me gusta mimar a las personas y en la oración encontramos recursos».
Y de hecho, entre otras confidencias, sor André habrá aconsejado incansablemente «amar siempre sin restricciones y amar sin esperar nada a cambio».
Gracias, hermana André, por tu ejemplo de vida dado.

Fuente: Aleteia

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