Ángelus del Papa en la Solemnidad de la Inmaculada: el «heme aquí», de María
Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano
Tras el chaparrón de primeras horas de la mañana en la Ciudad del Vaticano, el sol relució en la Plaza de san Pedro como para rendir honor a la Virgen en su día. Y exactamente al mediodía, el Papa Francisco se asomó a la ventana del Palacio apostólico Vaticano para rezar junto con los fieles del mundo la oración mariana del Ángelus en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
Iniciando su alocución con un caluroso “¡buenos días y feliz fiesta!” a los fieles presentes, el Santo Padre centró su catequesis sobre el Evangelio del día en una frase que fue “clave” en la vida de María: “Heme aquí”.
«El pecado aísla y hace permanecer solos»
«La Palabra de Dios nos presenta hoy una alternativa. En la primera lectura está el hombre que en los orígenes dice ‘no’ a Dios. En el Evangelio está María que en la Anunciación dice ‘sí’ a Dios. En ambas lecturas es Dios quien busca al hombre. Pero en el primer caso se dirige a Adán, después del pecado, y le pregunta: ‘¿Dónde estás?’ (Gn 3,9), y él responde: ‘Me he escondido’ (v. 10). En el segundo caso, en cambio, se dirige a María, sin pecado, que le responde: ‘He aquí la esclava del Señor’ (Lc 1,38)».
“Heme aquí” – dijo el Pontífice- es lo opuesto de “me escondí’. “Heme aquí” abre a Dios, mientras el pecado cierra, aísla, hace permanecer solos uno mismo.
«Heme aquí» es remedio contra el pecado
¿Por qué no empezar los días con un ‘heme aquí Señor’? Fue la pregunta – y la invitación – que el Papa planteó a los fieles, después de explicar el significado profundo de estas palabras que marcaron la vida de la Madre que está en los cielos:
«Heme aquí, es la palabra clave de la vida. Marca el pasaje de una vida horizontal, centrada en uno mismo y en las propias necesidades, a una vida vertical, elevada hacia Dios. Heme aquí, es estar disponible para el Señor, es la cura para el egoísmo, el antídoto para una vida insatisfecha, que siempre carece de algo. Heme aquí es el remedio contra el envejecimiento del pecado, es la terapia para permanecer jóvenes dentro. Heme aquí, es creer que Dios cuenta más que mi yo. Es elegir apostar por el Señor, dócil a sus sorpresas. Por ello decirle heme aquí es la mayor alabanza que podemos ofrecerle. ¿Por qué no empezar los días así? Sería bueno decir todas las mañanas: ‘Heme aquí, Señor, hoy se cumpla en mí tu voluntad’. Lo diremos en la oración del Ángelus, pero podemos repetirlo ya ahora, juntos: ¡Heme aquí, Señor, hoy se haga en mí tu voluntad!»
Confiarse en Dios en todo y para todo
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