En diálogo abierto con el Papa, diez jóvenes hacen preguntas difíciles

El Papa Francisco entabla una conversación en español con diez jóvenes, la mayoría alejados de la Iglesia, respondiendo preguntas sobre una serie de temas de actualidad como la identidad sexual, el feminismo, el aborto, la migración, el abuso, la pérdida de la fe, el papel de la mujer y más. El diálogo de una hora y veinte minutos se podrá ver en Disney+ a partir del 5 de abril de 2023.
Por Felipe Herrera-Espaliat
El Papa Francisco aparece en un documental en español de 83 minutos titulado «Amén. Francisco responde» (Amén, Francisco responde preguntas) dirigido por los españoles Jordi Évole y Màrius Sánchez, estrenado el 5 de abril de 2023 en la plataforma de streaming Disney+. El Papa está relajado, sonriente y bromeando, y en otros momentos muy serio, emocionado y apenado. Pero siempre está dispuesto a responder a las preguntas complejas que le plantean los jóvenes de todo el mundo.
El diálogo fue filmado en junio de 2022 en el distrito Pigneto de Roma cuando el Papa sufría un fuerte dolor en la rodilla derecha. Por eso se muestra frágil al caminar, pero no al responder las duras preguntas de los jóvenes, todos hispanohablantes de entre 20 y 25 años, provenientes de España, Senegal, Argentina, Estados Unidos, Perú y Colombia. Aunque al principio parecían un poco ansiosas, tras la llegada del Papa pasaron de la timidez a la confianza, y a veces a la osadía, al hacer preguntas francas sobre el papel de la mujer en la Iglesia, el feminismo y el aborto, dando testimonio de la fe y de su pérdida, identidad sexual, el drama de la migración y el racismo.
«No tengo sueldo»
El mismo Papa Francisco rompe el hielo, usando una metáfora del fútbol que dice «Pelota central, comienza el juego». Inmediatamente Víctor, que se describe a sí mismo como agnóstico, le pregunta si recibe un salario por su trabajo y el Papa responde: «¡No, no me pagan! Y cuando necesito dinero para comprar zapatos u otra cosa, voy y pregunto». No tengo salario, pero eso no me preocupa, porque sé que me dan de comer gratis”. Luego les dice a los jóvenes que su estilo de vida es bastante simple, «como el de un típico oficinista», y que para gastos mayores prefiere no cargar a la Santa Sede, sino pedir ayuda a los demás.
Con un poco de ironía, explica que cuando ve una organización social necesitada de ayuda económica, él mismo se anima a pedirle recursos, porque sabe dónde encontrarlos ya quién acudir.
Salir a las periferias
Cuando la conversación gira en torno al tema de la salida de muchos católicos de la Iglesia, el Papa saca a relucir uno de sus temas más recurrentes, las periferias. “Cuando no hay testimonio, la Iglesia sufre, porque se convierte en un club de gente buena, que realiza sus gestos religiosos, pero no tiene el coraje de salir a las periferias. Para mí esto es fundamental. Cuando miras a la realidad desde el centro, sin querer, pones barreras protectoras que te alejan de la realidad y pierdes el sentido de la realidad. Si quieres ver lo que es la realidad, vete a las periferias. Quieres saber lo que es la injusticia social. ir a la periferia. Y cuando digo periferia no me refiero sólo a la pobreza, sino a las periferias culturales, existenciales”, señala.
Migración y reforma de la Iglesia
Medha, una niña nacida en EE. UU., cuyos padres abandonaron la India en busca de una vida mejor para su familia, habla a continuación, un testimonio similar al de Khadim, un joven musulmán senegalés con raíces en España. Ambos hablan del racismo que sufrieron como extranjeros que venían de muy lejos.
La conversación gira entonces hacia el tema global de la migración y el Papa aprovecha para denunciar tanto la explotación de las personas en los países de origen como la falta de caridad de quienes no las acogen. “Esto pasa hoy, pasa en las fronteras de Europa, y a veces con la complicidad de algunas autoridades que los devuelven. Hay países en Europa -no quiero nombrarlos para no crear un incidente diplomático- que tenemos pequeños pueblos o aldeas que están casi vacíos, países donde solo hay veinte ancianos y campos baldíos. Y estos países, que están viviendo un invierno demográfico, ni siquiera acogen a los inmigrantes”, dijo el Papa.
Según el Santo Padre, detrás de todo esto hay una especie de conciencia social colonialista que favorece la explotación y una cultura de la esclavitud, encubierta por políticas migratorias que no buscan acoger, acompañar, abogar o incluso integrar a los migrantes. Pero los jóvenes señalan al Papa que la Iglesia ha colaborado y ganado con este colonialismo en el pasado. Y responde que, avergonzándose de ello, hay que aceptar siempre la propia historia, y que ese criterio le ha permitido limpiar el Vaticano de la mundanalidad espiritual que a veces ha encontrado, pero que puede ser omnipresente. “La reforma de la Iglesia debe empezar desde dentro, y la Iglesia debe reformarse siempre, siempre, porque a medida que avanzan las culturas, cambian las necesidades”.
Bullying y aborto
Dora, una joven evangélica de Ecuador, se echó a llorar cuando le dijo al Papa que había sido acosada y que había desarrollado una sensación de soledad tan profunda que había contemplado el suicidio. El Papa la consoló, invitándola a llorar libremente, y cuando la ve más tranquila le pregunta qué hace. Dora responde que es maquilladora teatral, y el Papa le devuelve la sonrisa al decirle: «Te llamaré para que me hagas más bella».
En ese momento, el trueno de una tormenta eléctrica interrumpe la conversación por unos momentos, lo que se convierte en uno de los momentos más intensos del documental. Milagros, de Argentina, se presenta como una catequista católica y, al mismo tiempo, una orgullosa activista pro-aborto. Ella pone en las manos del Papa un pañuelo verde con las palabras «Aborto: gratis, seguro y sin costo» escritas en él. Francisco acepta el gesto y permite que se produzca un debate entre las mujeres del grupo -de las cuales sólo una dice estar en contra del aborto provocado y a favor de la defensa incondicional de la vida que está por nacer.
Luego, el Papa aborda el tema en términos tanto pastorales como biológicos. “A los sacerdotes siempre les digo que cuando se acerquen a una persona en esta situación con un peso de conciencia, porque el efecto que deja el aborto en una mujer es profundo, que por favor no le hagan demasiadas preguntas y sean misericordiosos, como Jesús es […]. Pero el problema del aborto hay que verlo científicamente y con cierta frialdad. Cualquier libro de embriología nos enseña que al mes de la concepción, el ADN ya está delineado y los órganos ya están definidos. Por lo tanto, es no es un grupo de células que se unen, sino una vida humana». Abordando más el tema, el Papa luego pregunta retóricamente: «¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver el asunto? O si recurro a un médico [para un aborto]: ¿es lícito contratar a un sicario para eliminar una vida humana para resolverlo?»
El Papa valora la sensibilidad de las niñas ante la crisis de una mujer ante un embarazo no deseado, pero insiste en que «es bueno llamar a las cosas por su nombre. Una cosa es acompañar a quien lo ha hecho y otra justificar la actuar», dice con claridad.
Desarraigando el abuso
El tema cambia, pero la tensión sube cuando Juan, un español que apenas puede hablar por la angustia que siente, le cuenta al Papa que cuando tenía once años fue abusado repetidamente por una numeraria del Opus Dei que ejercía como maestra. en su escuela El hombre fue condenado por el sistema de justicia civil, pero con una sentencia reducida.
El Papa se entristeció, pero sobre todo se sorprendió cuando el joven le entregó una carta escrita por él. Era la respuesta personal del Papa dirigida al padre del joven, en la que le decía que la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) trataría el caso a nivel canónico. El joven, quien admitió que ya no era creyente, le explicó que la CDF había dictaminado que se debía restaurar el buen nombre del profesor, absolviéndolo de responsabilidad.
El Papa Francisco se compromete a revisar el caso, pero los demás lo cuestionan por la respuesta generalmente negligente de la Iglesia al abuso infantil por parte de sus ministros. El Papa expresa su dolor por estos hechos y detalla todo lo que se está haciendo para combatirlos, incluido el levantamiento de los plazos de prescripción.
Inclusión y personas no binarias
Otra chica española, Celia, se presenta y explica que no es binaria y es cristiana. «¿Sabes lo que es una persona no binaria?» le pregunta al Papa. Él responde que sí, pero ella le explica de todos modos que «una persona no binaria es aquella que no es ni hombre ni mujer, o, al menos, no todo el tiempo». Luego quiere saber si hay espacio en la Iglesia para la diversidad sexual y de género.
El Papa responde ampliando el horizonte al desafío eclesial de la inclusión: «Toda persona es hija de Dios, toda persona. Dios no rechaza a nadie, Dios es Padre. Y yo no tengo derecho a expulsar a nadie de la Iglesia. No sólo eso, mi deber es siempre acoger. La Iglesia no puede cerrarle la puerta a nadie. A nadie”.
Acto seguido, el Papa dirige críticas a quienes, con la Biblia como referencia, promueven discursos de odio y justifican la exclusión del llamado movimiento LGBT de la comunidad eclesial. Tales personas, dice, «son infiltrados que se aprovechan de la Iglesia para sus pasiones personales, para su estrechez personal. Es una de las corrupciones de la Iglesia».
La belleza de la sexualidad vs la pornografía
El montaje audiovisual muestra al Santo Padre que, aunque no siempre a gusto, permite que los jóvenes se expresen libremente, incluso cuando muchas de sus posiciones contradicen las enseñanzas de la Iglesia en diversas áreas. Por ejemplo, Alessandra, una colombiana, desafía al Papa a partir de la actividad que le da su sustento: se presenta como creadora de contenido pornográfico que distribuye en las redes sociales; un trabajo que, según ella, le ha permitido valorarse más y pasar más tiempo con su hija.
Entonces María, la joven católica que antes se había pronunciado en contra del aborto, respondió diciendo que la pornografía es dañina tanto para quien la produce como para quien la consume. A partir de esto, el Papa Francisco vuelve a tomar la palabra y recuerda que quien usa la pornografía se degrada humanamente: “El que es adicto a la pornografía es como ser adicto a una droga que lo mantiene en un nivel que no lo deja crecer”, dijo. explica.
El testimonio cristiano contracultural de María
El documental cierra con las experiencias contrastantes de dos mujeres dentro de la Iglesia: una alimentada y bendecida por la fe; el otro herido y herido hasta la médula.
María expresa una vez más, sin titubeos, su fe católica y su pertenencia a la Iglesia, de la que se siente orgullosa. A veces con la voz entrecortada, ante las miradas de los otros nueve jóvenes que constantemente discrepaban con ella a lo largo de la conversación, María explica cómo su relación con Cristo le ha dado sentido a su vida. El Papa la escucha con atención, y al expresar su admiración le advierte que su camino será difícil: «El testimonio de fe que das me toca el corazón, porque se necesita valor para decir lo que dices en este encuentro. Gracias por tu testigo. […] No quiero asustarte, pero junta tus fuerzas y prepárate para ser desafiado. Continúa haciendo bien estas cosas, pero cuando venga una prueba, no tengas miedo, porque incluso en el momento de oscuridad el Señor está allí, escondido», es el consejo que ofrece el Papa.
La experiencia de María se contrasta, sin embargo, con el alejamiento de Lucía, una joven peruana que perdió la fe en Cristo después de años de abuso psicológico mientras intentaba servir a los demás como miembro de una comunidad religiosa. Ella le explica al Papa que es más feliz ahora que no es ni católica ni creyente. El Papa Francisco no intenta convencerla de lo contrario. De hecho, le explica que muy a menudo el verdadero valor consiste en abandonar lo que nos daña. Es comprensible volver de donde se partió para buscar la humanidad de las propias raíces, le dice el Papa con una mirada paternal que le dibuja una sonrisa en el rostro.Esto concluye la conversación y es seguido por el agradecimiento del Santo Padre por la experiencia compartida. Reconociendo las diferencias de pensamiento y opinión expresadas en el diálogo, el Papa Francisco subraya que este es el camino de la Iglesia, es decir, en la diversidad todos están unidos, todos son hermanos y hermanas, una fraternidad humana que no puede ser cuestionada.
Fuente: Vatican News
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