La biografía de la BEATA SOR MARÍA ROMERO que tienes en tus manos y que estás pronto/a a leer, es la vida de una mujer ejemplar consagrada a Dios. Sin duda alguna habrás escuchado hablar de ella; ahora tienes la oportunidad de conocerla más de cerca, en la lectura de esas páginas que narran su historia.

Te invito a descubrir cómo trabaja la acción del Espíritu Santo en quien se deja moldear por El. En la BEATA SOR MARÍA ROMERO, Dios realizó obras grandes, porque desde pequeña, se hizo sensible a la voz del Espíritu. Movida por El, fue abriéndose y descubriendo el Proyecto de Dios en su vida. Valiente, audaz, conforme a su Voluntad. Es por eso que, Sor María, se convierte hoy para todos nosotros/as en un ejemplo de vida cristiana y religiosa. No reas que su vida fue fácil. Como todos nosotros/as vivió momentos de oscuridad; pero firme en su fe y abandonada en su Reina, la Santísima Virgen María, perseveró en el amor y creyó como Abraham contra toda esperanza.

En el nuevo Milenio que estamos iniciando, la Iglesia tienen necesidad más de maestros que de testigos, quienes con su vida, revelan al Dios vivo que llevan dentro. Contemplando la vida de esta «gran mujer» tomemos fuerza para vivir más intensamente en la Escuela de la Palabra y de la Eucaristía. Y así, sin miedo, vamos a poder testimoniar con la vida, a Jesús, El Señor de la Historia… ¿cómo? haciéndonos solidarios/as con los más pobres como la BEATA SOR MARÍA ROMERO. SOR MARÍA ROMERO, NACE EN NICARAGUA

En el país de Nicaragua, que es vecino a Costa Rica, hay ciudades bellas y lugares en el campo, de gran hermosura. En una de estas ciudades, que se llama Granada, nació y vivió su infancia y primera juventud, una santa religiosa llamada Sor María Romero.
En esa ciudad que está rodeada de lindas montañas y del gran Lago de Nicaragua que le da frescura y alegría, nació esta niña un 13 de enero de 1902.
Sus papás, Don Félix Romero y Doña Anita Meneses, eran muy buenos cristianos y educaron muy bien a sus hijos sobre todo en la vida de fe.

SUS PRIMEROS AÑOS

Estando todavía pequeña, una vez su mamá le preguntó:
– María, ¿qué hiciste el vestido nuevo, el que estrenaste en la fiesta de tu hermanito?
– Ah. ese se lo dio a una niña pobre, mamá
– ¿Regalaste ese vestido tan nuevo y tan bonito?
– Sí, mamá, esa niña traía un vestido tan viejo, todo manchado y remendado…yo pensé que se vería bonita si llevara mi vestido… Además ¡ a los pobres se les da lo mejor! ¿no es cierto, mamá?
– La mamá no supo qué contestarle. Tenía que tener cuidado de que su hija no regalara toda la ropa mejor a los pobres que tocaban a la puerta de su casa, pero le agradaba mucho que fuera generosa y buena con los necesitados.

SU AMOR A JESÚS

Desde pequeña, María ama mucho a Jesús y desea recibirlo en su corazón, como ve que hace su buena mamá.
Pasan los años, la pequeña María entra a estudiar al Colegio «María Auxiliadora» Allí hace su Primera Comunión y desde entonces siente que Jesús está con ella y que nunca la va a abandonar.
Acostumbra hacer todas las noches sus oraciones y pedir a su buen Dios por todos los que necesitan salud, trabajo, ayuda de cualquier clase y también por los malos.
Ella ama mucho a los niños y quisiera enseñarles a amar a Jesús y a María, su Madre; siente que ese Jesús que vive en su corazón le pide que se haga religiosa, o sea, que llegue a ser su esposa. Lo que más le cuesta a la joven es dejar su hogar, pero sigue con amor ese deseo que Dios le ha puesto en el corazón, y se va a El Salvador, donde las hermanas de María Auxiliadora tienen una casa en que las jóvenes estudian para hacerse monjitas.

SU CONFIANZA EN JESÚS Y EN MARÍA

Cuando Sor María era novicia, en San Salvador, es decir, le faltaba poco tiempo para hacerse hermana, una vez mientras estaba en la capilla preguntó al Señor quién era ella. Entonces escuchó la voz de Jesús que le dijo: «Tú eres la predilecta de mi Padre y la consentida de mi Madre». Desde entonces, tuvo una gran confianza en Jesús y en María. Nunca dudó de la Virgen; estaba segura de que la iba a ayudar, momento a momento, en todo lo que hacía por el bien de los demás.
Ya religiosa, regresa a su tierra Nicaragua, y va a trabajar al Colegio donde ella había estudiado, y siempre está alegre y enseña cosas muy buenas a sus alumnas. Tiene una famosa libreta con muchos pensamientos escritos, que saca a suerte para leer a las niñas.
Un tiempo después sus Superioras le piden que vaya a dar clases a San José, de Costa Rica, al Colegio «María Auxiliadora». Allí prepara un grupo de niñas en un coro, para que canten en las Misas y demás actividades que se realizan en la iglesia. También enseña a las niñas a pintar, porque ella pinta muy bonito.

SU TRABAJO ENTRE LOS POBRES

Una vez, oye hablar de los protestantes, que van de casa en casa haciendo que muchas personas los sigan y se hagan de la religión de ellos. Esto a Sor María le da mucha tristeza, y decide invitar a las niñas de ese coro y a las alumnas del Colegio que quieran, para que vayan también a las casas e instruyan a la gente en la religión católica, de manera que los protestantes no las cojan para ellos.
Así nace el grupo de las «misioneritas», que son jovencitas que Sor María prepara y van de casa en casa, en los barrios más pobres, enseñando a la gente, y haciendo que el cuadro del Corazón de Jesús y el de María Auxiliadora, estén en la sala de las casas, y que las familias prometan ser fieles a su fe católica. Esto se llama entronizar a Jesús y a María, es decir, ponerles un trono, un lugar de honor en su casa, y sobre todo en el corazón de los que forman la familia.

LOS ORATORIOS FESTIVOS

Poco a poco, Sor María comienza a hacer otra cosa: reúne a los muchachitos y muchachitas de los pueblos que están alrededor de San José, como Hatillo, Sagrada Familia, Copey, Barrio Sagrado Corazón de Jesús, Pavas y muchos más. Y allí forma los «Oratorios».
A estos oratorios van muchos niños por la mañana y muchas niñas por la tarde; para enseñar a estos niños van las misioneritas de dos en dos; después comienzan a ir las religiosas de la Congregación a la que pertenece Sor María y las muchachas que se van a hacer religiosas. En el Oratorio juegan, cantan, se les da un poco de Catecismo y, al final, se distribuyen unas melcochas y unos tiquetes. Estos tiquetes los niños los guardan y al final del año los cambian por ropa y juguetes.

Sor María ama a los niños: les da catecismo por las tardes y muchas veces los hace rezar y les cuenta lindas historias para que aprendan a amar mucho a Jesús, ser sus amigos, y a honrar a la Santísima Virgen María.

SU GRAN AMOR A JESÚS

Mientras tanto, Sor María va a la capilla y conversa sus buenos ratos con Jesús. Como toca tan bonito el órgano, se va para el coro y comienza a tocar y cantar canciones que a Jesús le gustan, para «tenerlo alegre» y decirle así muchas veces que lo ama.
Las fiestas de Jesús y de la Virgen las prepara con el mayor fervor, enseñando lindos cantos a las alumnas del colegio y los niños y niñas de los Oratorios.
El 28 de diciembre da un regalito especial a niñitos de meses, de un año o dos, en memoria de los niños inocentes que fueron matados por el Rey Herodes en tiempos de Jesús.
Poco tiempo después Sor María logra pasarse a otra casa, porque en el colegio en que vive tiene muy poco campo para sus obras. Es una casa que se va construyendo poco a poco, y que está hecha para las obras que ella ha inventado en favor de los pobres.

SU ATENCIÓN A LOS ENFERMOS

En su nueva Casa poquito tiempo después pone un Consultorio, es decir, algo así como una clínica, donde llegan doctores que curan a las personas pobres sin cobrarles nada. Allí se les da, además, la medicina que necesitan. Sor María es tan buena, que a todas estas personas les habla de Dios y les infunde una gran confianza en María Auxiliadora.
También en esta Casa hay un internado para niñas muy pobres. Son jovencitas que viven lejos de San José, y que tienen problemas en la casa, por diferentes motivos. En esta Casa de Obras Sociales, o «Casa de la Virgen», como todo el mundo la llama, reciben educación para el hogar, y pueden hacer también sus estudios de colegio.
Muchas cosas se pueden contar de la vida de Sor María, en las cuales se notan milagros que Jesús y la Virgen le hacen.

HECHOS PRODIGIOSOS

Una vez, iba Sor María para un Oratorio, con una buena señora que la llevaba en carro. De pronto la señora se dio cuenta de que se le terminaba la gasolina al carro, y no había ninguna gasolinera en ese pueblo. Sor María le dijo: «No se preocupe, la gasolina no nos va a faltar». Y así, sin una gota de gasolina, caminaron por todas partes, hasta que encontraron una gasolinera. Esto pasaba porque Sor María tenía una confianza muy, muy grande en la Virgen María.

Otra vez Sor María pidió permiso de regalar frijoles a unas familias muy pobres. Le dieron el permiso, con tal de que ella buscara los frijoles. Se fue entonces a rezar a la capilla, hasta que la llamaron, para decirle que habían llegado dos sacos de frijoles para ella. Entonces se fue feliz a repartirlos entre la gente necesitada.

Una mañana, llegó un señor a ofrecerle unas maquinitas para proyectar imágenes. Sor María pensó que eran muy útiles para llevar a los oratorios. Costaban 200 colones, que, en ese tiempo era mucho dinero. Sor María no tenía ni un cinco, pero, confiando en la Virgen le dijo al señor que llevara las maquinitas por la tarde. Poco antes de llegar el señor, una señora le llevó los 200 colones exactos.

MUCHOS LLEGABAN A CONSULTARLA

Sor María era una hermana que daba muy buenos consejos a las personas. Ella tenía un agua que le bendijo un sacerdote muy santo, y ella la distribuía a la gente para que la tomara con fe: era el agua de la Virgen.

Una vez llegó un señor vino a contarle de un hijo que había sufrido un accidente y se había fracturado la cabeza, por lo que era muy difícil que pudiera seguir viviendo. Sor María le dio el agua de la Virgen para que le pusiera o le hiciera tomar, si podía. Le recomendó que rezara los Quince Sábados a María. Estos quince sábados son unas oraciones que Sor María mucho recomendaba y que, la persona que los rezaba, debía comulgar y oír la misa cada sábado al pedir la gracia que necesitaba.
Al tiempo llegó el señor con el niño ya curado y plenamente normal. Solamente le quedaban las cicatrices de las operaciones sufridas, pero ni dolores sentía ya.

TAMBIÉN CONVERSABA CON LA VIRGEN MARÍA

Con frecuencia decía a las personas que la ayudaban: «Mira, La Virgen te manda a decir esto». Y les da un recado de la Virgen, ya sea para ellas o para personas a quienes ellas conocen y quieren Una vez una joven muy buena, Profesora de Química, que le daba catequesis en sus oratorios, le dijo que un domingo no podía ir al Catecismo porque tenía mucho que estudiar para un examen oral en la Universidad. Sor María le dijo: «Venga, lo mismo. La Virgen la va a ayudar». Ella se fue a dar el catecismo y pasó todo el día con los niños. Sor María le dijo: «Apréndase un tema bien. Con eso basta». La joven llegó al examen; tomó a suerte el papelito con el nombre del tema que debía desarrollar, y le tocó el único que se sabía bien. Se ganó un 100.

Otra vez una niñita iba a ser operada de los ojos. Sor María se consiguió una escalera y le puso una pañuelo a la imagen de María Auxiliadora, mientras le decía: «Así sabrás, mi Reina, lo que es estar sin vista, y harás que esta niña recobre la suya». Efectivamente, la niña recuperó la vista y se curó de sus ojos.

Y así hubo muchas cosas milagrosas de curaciones que no se creía pudieran resultar. Lo mismo la Virgen sacaba a Sor María de sus apuros por falta de dinero, haciendo que gente rica obtuviera alguna gracia y le llevara la suma que necesitaba.

La gente buscaba tanto a Sor María, que a veces se agotaba de tantas personas que llegaban a buscarla, a pedirle consejos y oraciones. Una vez la superiora le prohibió que recibiera gente para darle consejos. Para ella esto fue un gran sacrificio, porque la gente la buscaba mucho, pero siempre obedeció, hasta que le volvieron a dar permiso de recibir a la gente y aconsejarla.

FUNDÓ UNA GRAN CASA DONDE REINARA LA VIRGEN

Ya en ese tiempo la Casa de la Virgen tenía su linda capilla, en la que se celebraban cada día muchas Misas; en la que había muchas comuniones, y a la que la gente llegaba a hacer numerosas visitas, pidiendo a Jesús y a la Virgen lo que cada cual necesitaba. Sor María amaba mucho a los pajaritos. Por la mañana ella salía al jardín con migajas de pan y las palomitas llegaban a comerlas de sus propias manos. Ella cuidó multitud de pajaritos, para que alabaran al Señor con sus cantos. En el día primero del año los llevaba a la capilla para que le ofrecieran a su Rey, Jesús, todo el canto de todos los días del año.

PENSÓ TAMBIÉN EN LOS QUE NO TIENEN DONDE VIVIR

No le bastó a Sor María con tener casa para sus obras; misioneritas, oratorios, consultorio, agua para curar enfermos y niñas pobres a quienes educar. Ella soñó con tener muchas casitas bonitas que dar a las familias más necesitadas. Así, con la ayuda de personas generosas, inició su obra «Asayne» o sea Asociación, Ayuda a Necesitados. En poco tiempo logró comprar unos terrenos con la ayuda de personas muy generosas y ricas. Luego construyó casitas que daba a la gente, con la condición de que vivieran como buenos cristianos. Así se fundaron varias ciudadelas en San Gabriel de Aserrí, en Lomas de Desamparados de San José y en la Urbanización Santa Teresita de Aserrí. Y no sólo eso, en alguna de estas ciudadelas hay mercado especial para las personas muy pobres, y otras maneras de ayudar a los que allí habitan. Sor María sufrió mucho y trabajó mucho. No siempre las personas que estaban cerca de ella comprendían su manera de ser y de actuar y ella debió sufrir mucho por esto. Pero siempre fue obediente, como buena religiosa. Si la superiora le decía que no hiciera algo, pues no lo hacía, y si algo le mandaba, aunque a ella no le gustara, lo hacía. Por eso, porque quería mucho a Jesús y a la Virgen María, supo hacer las cosas así como les agrada a Ellos. También, como era religiosa, no podía disponer del dinero si no se lo permitían. Ella jamás cogió ni cinco centavos para ella, todo se lo dio a los pobres y siempre con el permiso de las superioras. En la comunidad era una hermana sencilla y buena con todos. Le gustaba reír y bromear, y, como era maestra de música, tocaba lindas canciones para Jesús, la Virgen y los santos, que enseñaba a las niñas del colegio primero y después a las jóvenes que estaban estudiando para llegar a ser religiosas.

HASTA QUE UN DÍA JESÚS SE LA LLEVÓ AL CIELO

Pasaron así muchos años. Ya Sor María tenía más de setenta y estaba bastante cansada y muy enferma. La superiora le dijo que fuera a descansar a Nicaragua. Su familia le consiguió una casa, que estaba frente al mar, en las Peñitas en una ciudad que se llama León. Sor María decía que ella quería morirse frente al mar, en el momento en que el sol se escondía. Cuando se despidió de las hermanas en San José, ella expresó su pensamiento de que no volvería a ver el Sagrario de la capilla que con tanto amor construyó para la Virgen. Se fue a Nicaragua. Llegó a la casa de las Peñitas junto con algunas hermanas y familiares, y una tarde se fue a descansar. Cuando vieron que no llegaba a comer, fueron a buscarla y la encontraron ya muerta. Serenamente había volado al cielo, que tanto deseaba, y se había encontrado con Jesús, a quien llamaba mi Divino Sol. Los funerales fueron en San José de Costa Rica. Fue algo muy hermoso, porque centenares o miles de personas acudieron al entierro. Se puede decir que más que un funeral, era la procesión de un santo, de una santa, porque esa era la forma en que toda la gente pensaba de Sor María.

ESPERAMOS QUE PRONTO SEA PROCLAMADA SANTA

Con el tiempo se logró estudiar la vida de Sor María y pedir al Señor Arzobispo de San José, Monseñor Román Arrieta, el permiso para que ella pudiera llegar a ser santa. Una vez que en Costa Rica dijeron que sí, que Sor María era casi santa, todo lo mandaron a Roma, donde el Papa Juan Pablo II, y los que estudian estas cosas, ya han dicho que Sor María puede ser «Venerable», o sea, que ha vivido con gran perfección las virtudes del buen cristiano y de una buena monjita. Damos gracias a Dios por esta hermana tan buena y esperamos que los milagros que por intercesión de Sor María se están haciendo a la gente que le pide con fe, hagan que pronto el Santo Padre la proclame Santa.  BIBLIOGRAFÍA Cfr.»Con María, toda para todos como Don Bosco». De la autora Sor María Domenica Grassiano.